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Lo primero, es necesario conocer el colectivo: las personas que van a formar parte del plan de pensiones de empleo, sus características, necesidades y objetivos. Además, entender la tolerancia al riesgo del mismo. De algún modo hay que ser conscientes de cuál es la ambición y cuáles son los objetivos que quiere conseguir ese colectivo a través del plan de pensiones de empleo como vehículo de ahorro.
A partir de aquí, se establece el perfil de riesgo del plan de empleo. Este define las expectativas de rentabilidad y riesgo de dicho colectivo, es decir, cuánto está dispuesto a ver que baja su plan de pensiones sin asustarse demasiado.
Con todo esto podremos definir un perfil de riesgo, que determinará las expectativas de rentabilidad en el largo plazo. Una vez que tenemos estas expectativas de rentabilidad y riesgo, las transformamos en la política de inversión. Esta política es un documento que se consensúa o dirige con la Comisión de Control del plan de pensiones de empleo, y que establece la distribución de activos que vamos a tener en ese fondo de pensiones: el porcentaje de cada cosa (Renta Variable, Renta Fija, Inversiones Alternativas…). Además, con ella se establece cuáles son las bandas de actuación de cada tipo de activo y cuáles son los límites que podemos asumir.
Este proceso debe realizarse de manera recurrente cada cinco o siete años, para revisar la evolución del colectivo y las hipótesis, ya que ambas cosas varían con el tiempo.
Así ya está conformado el terreno de juego donde vamos a movernos. Ahora entra a jugar el cómo gestionamos este equipo, qué hacemos con ese conjunto de activos.
En primer lugar ponemos foco en la eficiencia. Pensamos que lo más importante es que por cada unidad de riesgo que asumimos, nuestros clientes obtengan la mejor rentabilidad posible. Tenemos un sesgo patrimonialista, nos preocupamos por no perder poder adquisitivo: preferimos no perder un euro que ganarlo. Sabemos que el dinero cuesta mucho ganarlo y que detrás del dinero que gestionamos hay personas. Sabemos que a veces ganaremos algo menos cuando los mercados sean alcistas, pero también perderemos menos cuando sean bajistas. Todo ello para llegar posiblemente al mismo punto, pero con una volatilidad menor, una tranquilidad mayor.
Otro de nuestros principios es que ningún fallo comprometa el largo plazo. Evidentemente, esto va muy ligado con la gestión del riesgo. No es posible gestionar la rentabilidad, pero sí el riesgo. Tú puedes levantarte mañana y decir que no quieres perder más de un 5% en un año... se podrá. Sin embargo no puedes proponerte conseguir un 5% de rentabilidad, porque no se sabe si pasará. Por tanto gestionar el riesgo es muy relevante.
En cuanto a nuestros objetivos, se podría decir que nuestro principal objetivo es batir al IPC de una forma holgada en el medio y largo plazo. Conseguir que nuestros ahorros valgan lo suficiente como para que superen al IPC y valgan más con el tiempo. Al mismo tiempo, nos proponemos batir en el corto plazo a los índices tradicionales, sobre todo caer menos cuando los mercados caen.
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